Este mes se han cumplido 10 años del estreno de La vida de David Gale en España. Una película que pasó sin pena ni gloria por la taquilla de nuestro país y que tampoco tuvo éxito en cuanto a premios se refiere. Sin embargo, me parece un filme muy a tener en cuenta.
La historia se centra en Bitsey, una periodista que es elegida para realizar una entrevista de dos horas al día durante tres jornadas a David Gale, un hombre condenado a muerte por violar y asesinar a una amiga suya. Durante esos tres días, Gale va narrando a la periodista su declive, cómo pasó de ser un brillante profesor a ser acusado de violación, ser abandonado por su mujer e hijo, caer en el alcoholismo y, finalmente, acabar en el corredor de la muerte por un asesinato que él niega haber cometido. Durante esos tres días, Bitsey va descubriendo cosas y el espectador puede ver los últimos años de David Gale.
Llama la atención, una década después del estreno de la cinta, que La vida de David Gale fue la última película dirigida por Alan Parker, un director que antes había firmado títulos notables como Evita, Arde Mississippi o El expreso de medianoche. Su guionista, Charles Randolph, profesor de filosofía, debutó en la industria cinematográfica con esta película, pero tampoco ha tenido una profusa carrera, dejando únicamente su rastro en La intérprete y Amor y otras drogas.
—They wanted me to die, knowing the key to my freedom was out there somewhere!
La película, más allá de lo interesante de su planteamiento, ofrece unas interpretaciones muy destacables. Los oscarizados Kevin Spacey y Kate Winslet se meten en la piel de David Gale y Bitsey, respectivamente. Dos papeles dramáticos a los que es difícil dar vida, puesto que, salvo en algunas escenas concretas, no hay mucho espacio para el lucimiento personal y sí lo hay para convencer al espectador de que es verosímil todo lo que se narra. Laura Linney, que no tiene Oscar pero acumula ya tres nominaciones, completa el tridente de estrellas. Linney encarna a Constance, la mujer presuntamente asesinada por Gale, que destaca por ser una activista provida que dedica todos sus esfuerzos a luchar contra la pena de muerte.
El último punto fuerte de la película es el tema principal de su banda sonora, Almost Martyrs, compuesto e interpretado por los hijos de Alan Parker, Alex y Jake.
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